¿Cómo elegir la bombilla LED que realmente necesitamos?
Elegir una bombilla LED que se adecue a las necesidades del hogar o la oficina parece sencillo. Sin embargo, la gran cantidad de modelos que existen, así como la serie de características que hay, hacen que escoger la más eficiente resulte un proceso más complejo de lo que parece a primera vista.
Las bombillas LED son en primer lugar modelos más eficientes a la hora de producir luz, contando de media con un 80% de ahorro respecto a las incandescentes, pero también sacando algo de ventaja a las de bajo consumo clásicas. Una bombilla LED de unos 14 W tiene una equivalencia con una incandescente de unos 100 W y una bajo consumo de unos 20 W.
El 30% del consumo energético en Europa proviene del sector doméstico y, dentro de lo que se refiere al consumo de energía en el hogar, la iluminación representa el 16%. Por esto, es importante elegir la bombilla LED idónea que se adapte a las necesidades de consumo.
Elegir la potencia y el flujo luminoso (en lúmenes)
Toda la vida se ha cometido el error de escoger las bombillas por su potencia. Lo correcto es elegir la bombilla por la cantidad de luz que nos da y no por su consumo. Para entender bien este concepto, tenemos que saber que los vatios nos dicen lo que consume la bombilla de electricidad, y los lúmenes la cantidad de luz que generan. Es por eso que se recomienda utilizar los lúmenes (lm) y no los vatios (W) para seleccionar la bombilla que mejor se adapte a la cantidad de luz que necesitamos. Para hacernos una idea, una bombilla LED de 3,5W, ofrece unos 590 lúmenes y equivale a la bombilla incandescente de toda la vida. ¿Ventaja de las bombillas LED? Pocos vatios para muchos lúmenes, lo que puede suponer más de un 90% de ahorro en electricidad, ya que se paga según la cantidad de vatios consumidos.
Tener en cuenta el ángulo de apertura de la luz
Este parámetro es importante para conseguir la iluminación adecuada:
Un ángulo menor (40º) conseguirá un efecto “foco” para iluminar un espacio menor y más localizado.
A ángulo más abierto (120º, por ejemplo), más capacidad de iluminar con una sola bombilla más espacio (son las comúnmente usadas para iluminar una habitación).
¿Qué tipo de luz quiero?
El “tono de luz” o temperatura de color de la bombilla, viene indicada por los grados kelvin (K). Podemos dividir las bombillas según su temperatura en 3 tipos:
– Blanco frío: equivale a 5800K. Luz blanca más intensa, perfecta para trasteros, garajes…
– Blanco puro: 4500K. Una intensidad media mejora la concentración y el rendimiento, y es ideal para despachos, oficinas, cocinas y baños.
– Blanco cálido: 3000K. Una luz más tenue con temperaturas de color más bajas ideal para salones o habitaciones dónde se busca un ambiente más relajado